Ontogenia y filogenia
El aprendizaje de la filogenia desde la ontogenia
Mediante el estudio de la ontogenia (el desarrollo de los embriones), los científicos pueden aprender sobre la historia evolutiva de los organismos. A menudo, pero no siempre, los caracteres ancestrales se conservan en el desarrollo del organismo. Por ejemplo, los embriones tanto del pollo como del ser humano pasan por un estadio en el que tienen hendiduras y arcos en el cuello que son idénticos a las hendiduras faríngeas y los arcos branquiales de los peces. Esta observación apoya la idea de que los pollos y los seres humanos comparten un antepasado común con los peces. Por lo tanto, los caracteres del desarrollo, junto con otras pruebas, pueden utilizarse para construir las filogenias.
No a la recapitulación
A finales del siglo XIX, algunos científicos pensaron que la ontogenia no sólo podía revelar cosas sobre la historia evolutiva, sino que también conservaba un registro paso a paso de esa historia. Estos científicos afirman que la ontogenia recapitula la filogenia. Esta frase da a entender que el desarrollo de un organismo le llevará a través de cada una de las etapas adultas de su historia evolutiva, o filogenia. En aquella época, algunos científicos pensaron que la evolución funcionaba añadiendo nuevas etapas al final del desarrollo del organismo. Así, el desarrollo repetiría la historia evolutiva: la ontogenia recapitula la filogenia.
Esta es una idea extrema. Si fuese estrictamente cierta, predice, por ejemplo, que en el transcurso de su desarrollo un pollo pasaría por los siguientes estadios: un organismo unicelular, un antepasado pluricelular invertebrado, un pez, un reptil similar a un lagarto, un ave ancestral y, finalmente, un pollito.
Claramente, este no es el caso; hecho que conocían multitud de científicos incluso en la época en que se introdujo la idea de que la ontogenia recapitula la filogenia. Si se observa el desarrollo de un pollo, se ve que que el embrión de pollo puede parecerse a los embriones de los reptiles y de los peces en ciertos momentos de su desarrollo, pero no recapitula las formas de sus antepasados adultos.
Incluso a una escala menor, la recapitulación de la filogenia por la ontogenia es, a menudo, falsa. Por ejemplo, el ajolote evolucionó desde un antepasado de las salamandras que tenía branquias internas en su fase adulta, pero el ajolote nunca pasa por un estadio con branquias internas; sus branquias permanecen externas, en una violación flagrante de la Teoría de la recapitulación.
Si la Teoría de la recapitulación fuera totalmente verdadera, ciertamente facilita mucho la construcción de las filogenias, ya que podríamos estudiar el desarrollo de un organismo y leer su historia directamente. infortunadamente, los biólogos evolutivos no tienen suerte en este aspecto.