Resumen
Los juicios morales subyacen en algún sistema epistémico que nos sirve como base para interpretar la palabra realidad y el estatus de tales acciones en relación a ésta. Acá pretendo avanzar una teoría moral que es consistente con las demandas éticas generalmente asumidas por agentes morales, es decir, nosotros.
Introducción
Cuando Immanuel Kant publicó su revolucionaria obra Crítica de la Razón Pura en 1781, se celebró la conjunción entre el empirismo y racionalismo epistémico. Para méritos de Kant, él fue capaz de extraer los elementos de verdad de ambas corrientes filosóficas para sintetizar su teoría epistemológica.
El racionalismo proponía que solo por medio de la razón se podía tener acceso a las verdades de la realidad, ya que éstas verdades eran innatas a la razón y no de la experiencia. Los empiristas, por otro lado, entablaron que la experiencia era la base de todo conocimiento posible.
Kant, encontró que, si bien, la estructura de nuestra mente es necesaria para obtener el conocimiento, la experiencia proveía los datos que nuestra mente interpreta. Dicho de otra forma, de nada serviría que nos aventuremos en una experiencia plena del universo sin tener una estructura mental que interpreta los datos de la experiencia, pero igualmente, no importa cuanto reflexionemos en nuestro razonamiento, necesitamos datos que interpretar.
No obstante, la epistemología Kantiana propone que el resultado de tal posición, es la inter-subjetividad. Aunque, el conocimiento nos llega por medio de nuestra estructura mental al interpretar la experiencia, es imposible declarar conocimiento de las cosas (noúmeno), tal y como ellas son, por lo tanto, estamos sumidos en el agnosticismo y nos debemos conformar con el conocimiento obtenido, aunque ello no sea una representación fidedigna de las cosas.
De lo anterior, es evidente que al hacer un juicio sobre nuestra habilidad de apreciar la naturaleza de las cosas en sí, usamos una base que soporta nuestra lógica, por ello pregunto; ¿cuál es la premisa que uno tiene para negar o afirmar el conocimiento fidedigno de las cosas o acceso al noúmeno? ¿no basta con saber que la realidad es el objeto de nuestra incansable investigación y que los datos que interpretamos son muy útiles a la hora de hacer un juicio sobre la realidad?
Sí las proposiciones anteriores son consistente entonces, estamos ante una posición epistémica que podemos llamar racionalismo-empirista, aunque admito que no sabemos si nuestro conocimiento de lo que pensamos es la realidad resulte equivocado, pero basados en nuestra experiencia podemos tener un alto nivel de confianza sobre los datos de nuestra experiencia.
Dada la justificación anterior para sostener el empirismo-racional, entonces considero que podemos continuar nuestra discusión sobre los valores morales y su posición ante nuestro conocimiento y la realidad.
Epistemología Moral
Desde los diálogos Socráticos con Eutifrón, hasta la actualidad, se mantiene un candente debate sobre qué y cómo podemos identificar los valores morales legítimos (por ejemplo, ¿cómo podemos saber que torturar niños inocentes es inmoral?), e incluso si tal pregunta tiene sentido.
En el océano controversial de la epistemología moral encontramos corrientes como:
- Utilitarismo Tradicional: Esta tiene su raíz en el hedonismo ya que alcanzar la máxima felicidad posible para los individuos en conjunto.
- Utilitarismo Consecuencialista: A diferencia de la tradición epicúrea, el utilitarismo consecuencialista considera moral a aquellas acciones cuyas consecuencias maximizan el bien común.
- Coherentismo Moral: Es una rama recientemente desarrollada por epistemólogos como Laurence BonJour, en la que se demanda de toda acción o demanda moral que 1) sea lógicamente consistente, 2) Tenga poder explicativo y 3) Disfrute de capacidad predictiva, tal como si fuese una teoría científica.
- Anti-Realismo Moral: En ésta corriente filosófica se subjetiviza el estatus de los valores morales, por ejemplo, decir que alguien es inmoral por robar dinero, equivale a decir que alguien robo, pero que ello no avanza nuestro conocimiento de lo que es moral o inmoral, por lo tanto, no podemos justificar tal creencia, por lo que la epistemología moral se vuelve insignificante.
- Teoría del Mandamiento Divino: Es una antigua posición filosófico-teológica que deriva la autoridad de los códigos morales de la naturaleza divina que sirve como base para juzgar las acciones como buenas o malas.
- Teoría Evolutiva de la Moralidad: Siguiendo la lógica naturalista, se disputa que la naturaleza ha hecho que nuestro comportamiento encaje con acciones evolutivamente ventajosas, por ejemplo; el no matar, no robar, altruismo, etc. Por lo tanto, los valores morales no son más que adaptaciones biológicas, útiles como los dientes, garras y pies.
Obviamente, las corrientes filosóficas enlistadas son representativas de la amplia variedad epistémica concerniente a los valores morales y su relación con nuestro conocimiento de ellos.
Aunque los enunciados articulados por cada corriente epistémica son significativamente diversos, es meritorio entretener algunas objeciones y demostraciones para considerar el anti-realismo moral como intelectualmente irrelevante.
Anti-Realismo Moral
Para comenzar, debo manifestar que el axioma sobre el que edifico mi teoría de conocimiento se basa en que estamos en continua refinación de nuestro entendimiento de la “realidad”, y que consideramos verdadero a aquello que es coherente con nuestro conocimiento uniforme de la experiencia humana o no es auto-refutable (ley de no contradicción).
En lo particular, observo que así como las matemáticas tienen una correspondencia con nuestro universo físico (han servido para detectar campos, bosones, anti-particulas, etc.), éstas (las matemáticas) no están causalmente relacionadas con el mismo (el universo físico). Las matemáticas son un sistema que aunque distinto de nuestro universo físico-químico, es muy exacto en describir su comportamiento y estructura.
La razón por la que traigo a consideración la objetividad con que las matemáticas aplican a las estructuras del universo, es porque encuentro muy a menudo objeciones como; “si la moralidad existe, ¿por qué la sociedad se ha contradicho en lo que es moralmente aceptable?”. No obstante, hay que ser cuidadosos de no caer en este tipo de ingenuidades porque contradicción de conceptos no implica falsedad ontológica, más bien expone que no hay un consenso sobre el tema en discusión. Peor aún, tratar de acertar la existencia de algo a partir de la ambigüedad de conceptos es demasiado ingenuo como para concluir que tal concepto no tiene asidero en la realidad.
Esto se debe a que por el mismo esfuerzo racional que ejercemos para descubrir verdades universales (ej: no existen cuadrados redondos, etc.), existen medios por los que pienso tener acceso al conocimiento de las cosas (intuición, sentidos, etc.). No obstante, la finitud de mi entendimiento no me permite obtener un conocimiento inmutable. También, experimento formas en que mi mente procesa los datos de la experiencia (juicios apriorísticos, a posteriori, etc.) y todo ello es posible por la estructura funcional de mi mente (lo que sea que ésta es).
Por ello no tengo problemas en reconocer que las civilizaciones se han contradicho en el conocimiento objetivo de las cosas (incluyendo la moralidad).
Entonces, ¿por qué criticamos a aquellos que no se conforman a nuestro expectativas morales? ¿qué hace que un comportamiento sea considerado moral y otro inmoral?
Es “normal” que seres vivos con complejo sistema nervioso como el nuestro, sean capaces de percibir el dolor. Pero, ¿qué pasa cuando un individuo similar no experimenta la misma sensación que nosotros? ah!, estamos hablando de una alteración o desviación del patrón manifestado por el sistema en cuestión, en otras palabras, estamos hablando de una enfermedad conocida como Insensibilidad Congénita al Dolor con Anhidrosis.
He ahí, la razón por la que pregunto; ¿acaso, soy el único que es capaz de “percibir” que torturar, violar, codiciar, robar, asesinar, etc. es inmoral? o ¿será que aquellos que dicen que cuando una bomba esparce la masa encefálica de un palestino es solo una reconfiguración de las moléculas que componían tal estructura, y nada más?
Yo argumento que aquellos que comulgan con el antirrealismo moral (subjetivismo moral) son igual de defectuosos en su percepción de la objetividad de los valores morales, tal y como lo es un paciente de anhidrosis para un fisiólogo.
Por otro lado, aunque es cierto que un consenso sobre lo que debemos catalogar como moralmente normativo es problemático, no vale la pena darse por vencido en nuestro esfuerzo de perfeccionar los métodos (sí es que están en nuestro alcance) para aproximarnos a la naturaleza de los valores morales y su fuente, tal y como no nos hemos dado por vencido en entender la causa responsable de la gravedad universal, desde los días de Newton, Einstein, y teóricos cuánticos, de hoy día.
Dicho de otra manera, podremos percibir el efecto más ello no es impedimento para esforzarnos en comprender los atributos de la causa.
Ontología Moral
No importa, la posición epistémica moral que sostengas (hedonista, epicurista, evolutiva, coherentista, teológica, política, racionalista, etc.), Si experimentas que los códigos morales cobran valor a la hora de ejecutar tus propias acciones, entonces, considero que estamos justificados en creer que esa experiencia es (en lenguaje de epistemólogos) “propiamente básica” fundada en la experiencia.
Ahora, aquellos que quieran evadir ésta conclusión, trataran de objetar con hipótesis como; los valores morales son biológicamente ventajosos y por ello la naturaleza a permitido que tales rasgos se desarrollen en especies como nosotros, etc.
Primero, ello no explica cuáles y cómo ocurrieron los mecanismos genéticos para desarrollar tal sensibilidad moral en nuestra experiencia o si nuestra experiencia moral es un producto ilusorio de nuestra genética.
Más aún, en el generoso caso de que se encuentre un procedimiento genéticamente viable para configurar los genes responsable de nuestro comportamiento moral, a partir de moléculas biológicamente funcionales, eso no demuestra que la moralidad fue un rasgo a-teleológicamente obtenido, pues para ello se necesitaría demostrar que los procesos quimicos-fisicos que conllevaron al desarrollo de los seres vivos son igualmente concebibles por la naturaleza, sin importar las condiciones físicas iniciales del universo en sus parámetros, constantes y valores de las fuerzas fundamentales que rigen el desarrollo universal de las cosas.
Al final, si se desea objetar desde éste ángulo, el debate se traslada a la arena del antropocentrismo.
Por otro lado, sólo porque algo es útil, complaciente, ventajoso, etc. eso no significa que es obligatorio, claro está que los códigos morales experimentados por nuestra conciencia son apelante, pero eso no les da peso de autoridad o rigor para gobernar nuestras acciones a la hora de ejecutarlas.
Dicho de otra manera, entender el cómo la moralidad se ha formado en los humanos, no explica el por qué debemos de hacer o no caso a nuestra experiencia de los valores morales que se imponen a la hora de querer ejecutar una acción (por ejemplo; hay muchas acciones que deseosamente estoy dispuesto a ejecutar pero “algo” viene a mi experiencia que me indica que tal acción no debería ser ejecutada, a pesar de que si termino haciéndolo o no).
Es a esa experiencia contraria a mi voluntad que yo llamo la realidad de mi experiencia de los valores morales.
O acaso, ¿será que, después de todo, la moralidad es tan opuesta a mi naturaleza porque se originó en alguna fuente moral externa a mi ser?.
Pregunto ésto porque me es racional afirmar que los miembros de un mismo nivel jerárquico no pueden establecer reglas que tengan el mismo peso autoritativo para cada uno de los miembros de la jerarquía que en últimas, están tan indispuesto de ser moralmente gobernados como los que son juzgados por faltar a la moralidad (aunque no estemos absolutamente cierto de cuales son las acciones legítimamente consideradas morales).
Conclusión y Discusión
¿Qué diremos a todo ésto? ¿estamos afirmando la existencia de los valores morales a pesar de que no hemos llegado a un consenso de cuáles ellos son?
Primero, no necesariamente porque algo carece de unanimosidad es falso (ad populum). Segundo, la moralidad no es el único sistema de conocimiento que los seres humanos han debatido y mejorado por medio de distintas técnicas epistémicas.
Las demás ciencias han avanzado poco a poco, y aun no estamos en condición de decir que poseemos todos los datos relevantes.
Por lo tanto, yo propongo que la única razón provisionalmente viable para inobjetablemente obedecer nuestra experiencia de los valores morales, es si éstos (los valores morales) existen objetivamente, y al nosotros afirmar la existencia de ellos a partir de nuestra experiencia de los tales, entonces podemos concluir que la base para que estos códigos morales cobren valor, yace en la autoridad de una base moral externa a nosotros.
Admito que mi propuesta tiene implicaciones poco complacientes para aquellos que comulgan con el naturalismo metodológico, pero al final ¿quién soy yo para limitar mis explicaciones a la hipótesis de mi preferencia en lugar de aquellas que tienen un poder explicativo más promisorio que sus alternativas? o ¿violentarémos el método Socrático de seguir la evidencia y los argumentos hasta donde sea que éstos nos dirijan? Espero que mi posición sea una invitación a dialogar intelectual y abiertamente sobre un tema que tiene influencia directa en nuestras actividades y cosmovisión.
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